domingo, 30 de noviembre de 2008

El rap de Nox

Estas rimas no son mías, son de la polifacética Nohe. Yo la reté a escribirlo y aquí teneis el resultado:

El inocente Patto aquí me ha retado,
lo que me pediste te será entregado
En este condenado y oscuro purgatorio,
un nuevo rap tendrá su velatorio.
Es realmente fácil rimar con tonterías,
ir de puerta en puerta haciendo monerías
Tengo claro que sólo soy una aficionada,
pero un reto es un reto y hay que dar la cara.

Quiero darte la receta para tener tanta jeta
Como ves estoy sobrada con mi cara de empanada
Mezcla un poco de locura y remueve con soltura
Siguiendo este movimiento vierte algo de talento
Agita el culo con estilo, ya tenemos todo listo
Espero que te haya gustado o sino puedes borrarlo.

Aunque no te lo aconsejo porque te arranco el pellejo
Y rezarás a San Cucufato, el de los cojones te ato
Aunque suene algo sádico, que no te invada el pánico
que respeto las opiniones... las que me salen de los cojones, claro
Se me empieza al ir la cabeza, es hora de saldar la apuesta
Empieza ahora el toque de queda, compón tú una nueva pieza.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Receta Navideña

Este es un menú ideal para bolsillos pobres ya que hacen falta pocos ingredientes y es de elaboración fácil y rápida, ideal para gente trabajadora.

El ingrediente principal de este menú es una suegra. Es importante que no sea muy joven, ya que su carne es muy dura, y tampoco muy vieja porque su contenido en grasa es mayor y el valor calórico aumentará considerablemente.

El primer paso, y el más importante, es matar a la suegra, para ello es aconsejable que se haga de manera lenta, asegurándonos que sufra mucho, cuanto más sufra más tierna será la carne y por tanto más sabrosos nos quedarán los platos. Una vez muerta extraemos la sangre y la reservamos en un tarro, luego la dejaremos en remojo en una bañera llena de agua ligeramente salada y añadimos 4 hojas de laurel. Dejar 24 horas.

PRIMER PLATO: Dedos de suegra rebozados con salsa de queso

Ingredientes: Dedos de suegra, harina, huevo, leche y pan rallado. Para la salsa: 50 gr de torta del Casar, 2 cucharadas de harina, sal, una ralladura de nuez moscada, 2 cucharadas de aceite, ½ litro de leche hirviendo, pimienta y 2 cucharadas de nuez moscada.

1º Cortas los dedos a la suegra a la altura de los nudillos.

2º Se empapa muy bien, con el huevo batido y una poquita de leche (con la sal).La leche es opcional, pero añadiéndola enriqueceremos el plato con una cantidad extra de calcio.

3º Lo escurres un poco, y lo pasas por el pan rallado.

4º Reboza la carne en aceite muy caliente. Sácalo y déjalo en una bandeja con papel absorbente.

5º Elaboración de la salsa: Calienta el aceite, rehoga la harina y al formar una bola, riégalo con leche hirviendo, moviendo sobre el fuego. Sazona, cuece 5 minutos y añade queso en trocitos hasta fundirse. Después de servir sobre el plato elegido, espolvorear con nueces picada

PLATO PRINCIPAL: Suegra al horno en salsa de marinero

Ingredientes: 4 patatas, 2 cebollas, tomate, limón, pimentón dulce, pimienta negra molida, sal, aceite, vino blanco, carne de suegra y sesos de suegra (opcional) Para la salsa: Sangre de marinero y elementos de condimentación: normalmente cebolla, aunque puede tener muchos más, como ajo, zanahoria, pimiento verde, especias, hierbas, etc. La sangre de marinero la puedes encontrar en cualquier mercado negro, pero si decides extraerla tú mismo recuerda que ha de ser de un varón joven, y es importante que recuerdes también que antes de extraérsela su cuerpo deberá de sufrir una elevada descarga de adrenalina para que sea más líquida (El método más eficaz es la tortura de la rata, que consiste en meter el cuerpo en un cubo con una rata, ésta para intentar salir empezará a morder al sujeto, produciéndole una muerte lenta y dolorosa, justo lo que necesitas).

1º Antes de trocear a la suegra, reservas los brazos y cortas la cabeza. Con una cuchara para hacer bolas de melón extraes los ojos (este es el método más fácil según la famosa chef de alta cocina Nohe). Extraes los sesos y tiras el resto de la cabeza.

2º Precalentar el horno a 150ºC

3º Cubre el fondo de la bandeja con aceite y añade las patatas troceadas cubriendo toda la bandeja. Añade la cebolla sobre las patatas, sazona y añade un poco de pimentón dulce y algo de pimienta negra. Coloca sobre la base la carne y los sesos, entre los espacios que queden coloca el tomate y el limón. Sazona con sal y pimienta negra al gusto.

4º Introdúcelo en el horno durante media hora a 150ºC. Cuando pase la media hora dale la vuelta a la carne y déjalo otra media hora más.

NOTA: Yo suelo echarle un poco de bilis a los 10 minutos de meterlo en el horno. Como la bilis le da un sabor un poco amargo se puede sustituir por semen de gato, de sabor parecido pero mucho más dulce.

5º Elaboración de la salsa: Rehoga las verduras, luego añade la sangre y déjalo hirviendo hasta que espese al gusto. Añade sobre la carne justo antes de servirla.

POSTRE: Tarta de carne acompañada de batido feliz.

Ingredientes para la tarta: 2 tapas de masa para tartas, ½ pimiento rojo, ½ pimiento verde, ½ pimiento amarillo, 1 cebolla, sal, pimienta, pimentón, nata, aceite de oliva y brazo de suegra triturado.

Ingredientes para el batido feliz: sangre de suegra, leche y unas gotas de vinagreta de sidra.

1º Añade los pimientos bien picados en una sartén con aceite caliente, y luego añade la cebolla

2º Cuando esté dorada la cebolla añade la carne bien picada a cuchillo. Condimenta con sal, pimienta y pimentón.

3º Coloca una de las tapas de masa en una tartera, añade el relleno sobre ella y pon la otra tapa por encima.

4º Meter en el horno hasta que se dore. Una vez dorado déjala enfriar.

5º Para la decoración dibuja una cara con la nata y coloca los dos ojos, esto le dará n aspecto muy divertido a tu postre.

6º Elabora el batido. Es muy sencillo: introduce todos los ingredientes en la batidora y mézclalos hasta que coja un color uniforme. El punto de azúcar lo modificamos a gusto de cada uno. Sírvelo muy frío.

Buen provecho

jueves, 27 de noviembre de 2008

Tú decides: El atasco

Suena el despertador, tus esfuerzos por apagarlo son inútiles ya que no aciertas con el botón. Te cabreas y lo lanzas contra la pared. Por fin un poco de silencio. Te levantas, te lavas la cara y observas tu rostro en el espejo. Buff, qué mala noche has pasado, las patatas bravas te han pasado factura, hoy va a ser un día muy largo. Te diriges a la cocina a desayunar; mierda!! No hay café hecho y es lo suficientemente tarde como para que te dé tiempo a prepararlo, hoy va a ser un día muy largo. Respiras hondo en un vano intento de calmarte, coges las llaves del coche y te marchas al trabajo.

La calle Mayor es el camino más corto para ir al trabajo, pero sabes que es muy probable que te veas envuelto en un atasco. Por otro lado puedes ir por la circunvalación de María Pita, pero si vas por ahí llegarás tarde al trabajo y tienes una reunión muy importante a primera hora en la que te juegas tu puesto de trabajo. Es hora de decidir:

Si decides ir por la calle Mayor sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 1-A

Si decides ir por la Circunvalación María Pita sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 1-B

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DECISIÓN 1-A

No puedes correr el riesgo de llegar tarde al trabajo así que coges por la calle Mayor con la esperanza de que hoy no se produzca un embotellamiento, como suele ser habitual. Grasso error, doscientos metros después de enfilar la calle te ves envuelto en un atasco. Al principio circulas lento, cada vez más lento, hasta que te ves obligado a parar, hoy va a ser un día muy largo.

Pasan los minutos los coches no se mueven y la ansiedad empieza a apoderarse de tu cuerpo, estás muy nervioso, comienzan los sudores fríos. Te inclinas hacia la guantera, buscas entre los papeles y sacas una pistola. Te quedas ensimismado mirándola, tus ojos delatan la enajenación por la que estás pasando en este momento. Es hora de decidir:

Si decides salir con la pistola del coche sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 2-A

Si decides no salir sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 2-B

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DECISIÓN 1-B

Sabes que es mejor llegar tarde que no llegar, así que decides ir por la circunvalación, pones la radio y escuchas la información local “…. y en la calle Mayor un camión que transportaba cerdos volcó en medio de la calzada provocando importantes retenciones, se aconseja no circular por esta vía ….” Uff, de la que te has librado.

Sólo quedan quince minutos para que comience la reunión. Si le das un poco de zapatilla al coche podrías llegar a tiempo pero el riesgo de que te paren los de tráfico es muy alto, no hay día en el que no pongan el radar, pero si no corres no llegas. Es hora de decidir:

Si decides correr sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 2-C

Si decides ser prudente sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 2-D

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DECISIÓN 2-A

Vaya mierda de día, estás hasta los huevos de todo, por culpa de este atasco vas a perder tu trabajo. Te aseguras de que la pistola tiene el cargador lleno y sales del coche. Te diriges a la ventanilla del coche que está justo delante, sin mediar palabra le metes dos tiros en la cabeza al conductor. Su sangre salpica a la mujer que va sentada en el asiento del copiloto que empieza a gritar “Calla la puta boca” le gritas pero no hace caso, así que le metes un tiro en la sien, dejando una interesante mancha roja en la ventanilla de su lado.

Avanzas hacia el siguiente coche y repites la operación. Matas al conductor, a su mujer y a los dos niños que van en el asiento de atrás. Cuando te diriges al siguiente vehículo alguien grita:

- ¡Suelta la pistola y ponte de rodillas con las manos en la cabeza!

Te giras y ves a un policía apuntándote con su arma. Es hora de decidir:

Sí decides hacer caso al policía sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-A

Si decides no hacerle caso sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-B

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DECISIÓN 2-B

“Joder, cómo se me va la cabeza” piensas mientras guardas la pistola en la guantera. “Intenta tranquilizarte” te repites mientras realizas unos ejercicios respiratorios de autocontrol que te enseñó el psicólogo.

Al cabo de un rato un policía golpea tu ventanilla.

- ¿Qué sucede agente? – le preguntas

- Ha volcado un camión en medio de la calzada – te responde – pero ya estamos trabajando para habilitar una vía por la que puedan circular.

- Gracias agente.

Sólo transcurren unos minutos cuando comienza a moverse la fila de coches. Poco a poco va cogiendo fluidez el tráfico. Por fin llegas al aparcamiento de las oficinas, miras el reloj y ves que llegas cuarenta y cinco minutos tarde. “Y ahora qué, al jefe le digo la verdad o me invento una historia”. Es hora de decidir.

Si decides decir la verdad sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-C

Si decides mentir sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-D

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DECISIÓN 2-C

“Para triunfar hay que arriesgar” piensas, así que dejas caer el peso de tu pie sobre el pedal del acelerador. El coche va cogiendo velocidad hasta alcanzar los 120 km/h. La vía está limitada a 80 km/h.

Tardas 12 minutos en llegar al aparcamiento del trabajo. Vaya, parece que tu suerte empieza a cambiar, llegas justo a tiempo y no te cazó ningún radar.

Atraviesas corriendo el parking, entras en las oficinas, coges el ascensor hasta la planta vigesimoctava y te diriges a la sala de reuniones. Sólo llegas cinco minutos tarde. Entras, pides disculpas por tu retraso y comienza la reunión.

Fue todo un éxito, tu proyecto ha gustado y el jefe te asciende a Director de Marketing.

Enhorabuena.

FIN

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DECISIÓN 2-D

“Más vale ir sobre seguro” piensas. La vía está limitada a 80 km/h y en ningún momento pasas de esa velocidad. Durante el trayecto observas a ambos lados en busca de los posibles radares. Parece que hoy los de tráfico no andan por ahí.- De haberlo sabido hubieras corrido un poco más.

Llegas al aparcamiento de las oficinas con quince minutos de atraso, tu jefe tiene que estar muy pero que muy cabreado. Dudas entre decir la verdad o mentir.

Si decides mentir sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-D

Si decides decir la verdad sigue leyendo en el párrafo DECISIÓN 3-E

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DECISIÓN 3-A

Tiras la pistola al suelo y te arrodillas, con las manos tras la cabeza. El policía se acerca y te pone las esposas. Te mete en el coche patrulla y te lleva a comisaría.

Tras el juicio eres condenado a cuarenta años de prisión sin libertad condicional. Obviamente pierdes el trabajo.

FIN

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DECISIÓN 3-B

Le das la espalda y continúas andando hacia el siguiente coche. El policía vuelve a insistir:

- ¡Tire el arma! Es el último aviso.

Tú sigues ignorándolo y continúas tu camino. De repente sientes un escozor en la pierna derecha. Miras hacia abajo y ves que ha sido atravesada por una bala. Pese a la herida sigues avanzando dejando a tu paso un reguero de sangre. Otra bala impacta en tu espalda derribándote. El policía se acerca a ti y un tercer disparo impacta en tu cabeza acabando con tu vida, y… obviamente pierdes tu trabajo.

FIN

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DECISIÓN 3-C

Entras en la oficina y te diriges a la sala de reuniones. La reunión ya terminó, la sala está vacía así que coges camino del despacho del director. Te paras ante la puerta, respiras hondo, pides permiso para pasar y entras.

- Siento llegar tarde – dices –Un camión volcó en la calzada y nos tuvieron retenidos.

- No pasa nada – te contesta el jefe – Luis presentó el proyecto por ti. A los japoneses les gustó mucho, están muy interesados, así que Luis se va encargar de llevarlo a cabo, porque fue él quien lo presentó y a ti te asciendo a director de Marketing porque fue tuya la idea.

- Muchas gracias – contestas – no le defraudaré.

- Sé que no lo harás, pero procura ser más puntual en las sucesivas reuniones.

FIN

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DECISIÓN 3-D

Entras en la oficina y te diriges a la sala de reuniones. La reunión ya terminó, la sala está vacía así que coges camino del despacho del director. Te paras ante la puerta, respiras hondo, pides permiso para pasar y entras.

- Siento llegar tarde – dices – mi ex mujer se encontraba mal y tuve que llevar los niños al colegio. ¿Qué podía hacer?

- Ya … ¿qué podías hacer? – te replica el jefe – El problema es que tu ex mujer está en la sala de espera, vino para apoyarte en el que se suponía que era un día importante para ti, pero ya veo que no. ¡Estás despedido!

- ¿¡Despedido!? – gritas mientras coges un lápiz y se lo clavas en el pecho.

Tu jefe moribundo llama a seguridad, que se personan enseguida y sin apenas ningún esfuerzo consiguen reducirte. Te llevan a una sala donde permaneces retenido hasta que llega la policía.

Tras el juicio eres condenado a quince años de prisión.

FIN

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DECISIÓN 3-E

Entras en la oficina y te diriges a la sala de reuniones. La reunión ya terminó, la sala está vacía así que coges camino del despacho del director. Te paras ante la puerta, respiras hondo, pides permiso para pasar y entras.

- Siento llegar tarde – dices –Un camión volcó en la calzada y tuve que venir por la circunvalación y como está limitada a 80 no pude llegar antes.

- ¿Qué no pudiste llegar antes? ¿es más importante una multa de tráfico que tu trabajo? ¡Estás despedido!

- ¿¡Despedido!? – gritas mientras coges un lápiz y se lo clavas en el pecho.

Tu jefe moribundo llama a seguridad, que se personan enseguida y sin apenas ningún esfuerzo consiguen reducirte. Te llevan a una sala donde permaneces retenido hasta que llega la policía.

Tras el juicio eres condenado a quince años de prisión.

FIN

sábado, 22 de noviembre de 2008

La familia Garmendia

Villa de Lor es un pequeña ciudad de menos de veinte mil habitantes situada al Sur de la provincia de León. Desde hace cincuenta años se celebra anualmente por estas fechas la Feria del Libro. En esta ciudad, a diferencia de otras, la Feria ha alcanzado tal magnitud que hace cuatro años fue nombrada fiesta de interés nacional, reuniendo a las plumas más importantes de este país, algunas de ellas de reconocido prestigio internacional. Tal hecho provoca que la clase alta de la ciudad se vista con sus mejores galas y salga a la calle para dejarse ver.

Ya han pasado diez años desde que Gorka Garmendia llegó con su familia a la ciudad desde San Sebastián para ocupar el cargo de Juez de familia. Su adaptación a las costumbres de la ciudad fue rápida y ahora es una de las personas más queridas, no resulta raro verle en actos benéficos, siempre bien acompañado, ya sea por políticos o bien por la clase más acomodada, tales como directores de banco o grandes empresarios, pero siempre gente de gran poder económico y social. Nadie duda que algún día llegue a ocupar el cargo de alcalde.

Son las seis de la tarde, y pese a la amenaza de tormenta, la plaza es un hervidero de gente. En esta fecha la ciudad aumenta considerablemente el número de personas que pasean por sus calles. Gorka viste un traje oscuro, de D&G, lo porta con una elegancia nata en él provocando las miradas indiscretas y un poco lascivas de la mujeres con las que se cruza. Siempre a su lado va Ainhoa, su mujer. Al igual que su marido, su estilo es de una clase exquisita, sobre su fina piel un vestido negro que le permite lucir sus esbeltas piernas. Su cara cubierta por una espesa, pero discreta, capa de maquillaje y sus ojos ocultos, a pesar de las inclemencias del tiempo, bajo unas enormes gafas oscuras. A diferencia de su marido, su presencia provoca recelos y envidas a su paso, algo que a ella parece no importar. A un par de metros por detrás de ellos camina Aichane, su hija de doce años, con la apariencia típica de las niñas de su edad, en cuanto a su carácter, es una niña introvertida, parca en palabras, pese al tiempo que lleva en la ciudad parece no adaptarse, no se le conocen amigas y sus calificaciones del colegio un desastre, para desgracia de sus progenitores.

Caminan lentos a través de toda la algarabía, incapaces de dar más de tres o cuatro pasos sin que el Juez Garmendia se detenga a saludar a alguien. Poco a poco va recorriendo todos los puestos, que van desde la Plaza del Ayuntamiento hasta el fondo de la Calle Vista Alegre, la única calle peatonal de la ciudad. Cuando se disponen a abandonar la Feria alguien para a Gorka agarrándolo por el brazo.

- Buenas tardes Juez – dice el Alcalde Rojo – ¿Ya se va usted? No me diga que no le está agrandando la Feria.

- Al contrario señor Alcalde – contesta educadamente Gorka – Pero mi mujer y mi hija están cansadas. Ya sabe usted que las mujeres no aguantan tantos como nosotros.

Mientras Gorka y alcalde bromean sobre las mujeres y otros temas banales Ainhoa aprovecha para ir saludar a un compañero de trabajo. Se trata de Luis, el enfermero de la Cruz Roja, lugar dónde Ainhoa pasa la mayor parte del día. Trabaja como voluntaria, de manera altruista, lo hace, pese a la oposición de su marido, porque es una mujer muy activa y es incapaz de quedarse todo el día en casa. Gorka, mientras habla con el Alcalde, observa de reojo la charla distendida que está teniendo su mujer con el enfermero.

Por fin consiguen llegar al coche, un BMW M3 Berlina color plateado. El viaje de vuelta a casa se realiza en un sepulcral silencio, roto solo por los estallidos de los globos de chicle que Aichane realiza secuencialmente en el asiento de atrás.

La familia Garmendia vive en una pequeña pero acogedora casa, justo a la salida del pueblo. Es una casa de color amarillo, de planta baja y primer piso, rodeada por un pequeño jardín con una piscina en la parte de atrás y toda ella flanqueada por un muro de metro y medio de altura. Lo primero que uno se encuentra al entrar es un pequeño recibidor con unas escaleras al fondo que dan acceso a la planta superior. Entre el recibidor y las escaleras, a mano izquierda una puerta, tras la cual se halla la cocina. Al otro lado el salón, amplio y acogedor, de decoración rústica. Subiendo las escaleras, a mano derecha el dormitorio de Aichane, decorado con mobiliario juvenil, la pintura de la pared se halla oculta bajo un montón de posters de grupos y actores de moda. Al otro lado del pasillo la habitación principal; según se entra, de frente una puerta que lleva al baño. En el centro de la habitación una amplia cama escoltada a ambos lados por unas mesillas de noche. Al fondo de la habitación una ventana protegida por unas cortinas de seda, entre la ventana y la cama un galán de noche hecho en madera de roble. A los pies de la cama una puerta que da lugar al vestidor.

Al llegar a casa Aichane sube a su habitación y se encierra en ella sin mediar palabra con nadie, como si estuviera enfadada por algo o con alguien. El matrimonio también sube. Ainhoa se sitúa delante del espejo que se halla encima de la cómoda. Se quita las gafas, las coloca en su sitio con sumo cuidado y observa su rostro en el espejo. “el morado empieza a desaparecer” piensa mientras se palpa la mejilla derecha, justo debajo del ojo, comprobando que apenas duele al tacto.

- ¿Quién era el tipo ese con el que estabas hablando? – pregunta Gorka mientras se quita la chaqueta del traje y la coloca con mucho cuidado en el galán.

- ¿Qué tipo? – pregunta Ainhoa mientras se desmaquilla frente al espejo.

- No te hagas la tonta – le replica Gorka a la vez que deshace el nudo de la corbata – El tipo con el que te fuiste a hablar mientras yo estaba con el Alcalde.

- ¿Luis? Es un compañero de trabajo. El enfermero de la Cruz Roja.

- Yaa… ¿Tú te crees que soy tonto? ¡¡Piensas que no me di cuenta de las miraditas que te echaba!! - contesta Gorka elevando la voz con tono de reproche.

- Estás paranoico. No sabes lo que dices – contesta Ainhoa sin prestar demasiada atención a la conversación.

A Gorka no le gusta que su mujer entable conversaciones con otros hombres, y menos en público, cree que eso daña su imagen, que da lugar a rumores. Se acerca a ella muy cabreado, con la mano izquierda la coge por el pelo, y tirando de él inclina la cabeza de Ainhoa hacia atrás.

- No te atrevas a mentirme – le dice al oído – Ninguna zorra se ríe de mí.

- ¡Suéltame! Me haces daño – suplica Ainhoa mientras agarra el brazo de su marido en un intento banal de soltarse.

Gorka alza el puño derecho y le propina un puñetazo en el vientre, después la lanza sobre la cama aprovechando que la tiene agarrada por el pelo. Ainhoa se encoge, colocándose en posición fetal, colocando una mano sobre el estómago y la otra sobre la cabeza para protegerla de posibles golpes que puedan llegar.

- ¡¡Esto te enseñará a respetarme!! – Le grita mientras le asienta otro puñetazo en el costado. Se dirige al galán, coge la chaqueta con mucha rabia, provocando que el galán caiga al suelo y abandona la habitación dando un portazo. Ainhoa queda tumbada en la cama, por sus mejillas corren lágrimas de dolor por los golpes y de rabia por la situación.

Han pasado cuatro horas desde que se produjo la discusión. Gorka todavía no regresó a casa y Ainhoa se dispone a acostarse. Se dirige al baño, busca de entre las cremas una que le sirva para paliar el dolor que tiene en el costado producto del golpe recibido. Se mete en la cama, en el lado izquierdo y se dispone a dormir.

No pasan ni diez minutos desde que se acuesta cuando siente llegar a su marido. Escucha cómo entra en casa, sube las escaleras y se dirige a la habitación, a la habitación de Aichane. Ainhoa no puede reprimir las lágrimas de impotencia porque sabe lo que está pasando en la habitación de enfrente y le falta valor para hacer algo.

Unos treinta y cinco minutos más tarde Gorka regresa a la habitación. Se desviste, colocando con sumo cuidado el traje en el galán y se pone el pijama. Ainhoa cierra los ojos y se hace la dormida mientras su marido se acuesta, la experiencia le ha enseñado qué pasaría si él la encuentra despierta y no quiere volver a pasar por ello. Gorka al meterse en la cama apaga la luz, la habitación no queda totalmente a oscuras, ya que la luz del despertador provoca una penumbra en la que se pueden distinguir los muebles del dormitorio.

Ainhoa está acostada de lado con la mirada clavada en la cómoda. No puede dormir, realmente no recuerda cuando fue la última vez que durmió del tirón. La noche va avanzando y sus ojos empiezan a pesarle, pero ella se esfuerza en que no se cierren, ahora ve la cómoda, ahora sólo oscuridad, … , ahora ve la cómoda, ahora sólo oscuridad, … Cuando Morfeo está a punto de abrazarla y ganar la batalla, Ainhoa vuelve a abrir los ojos, pero ésta vez no es la cómoda lo que ve en la penumbra. Tarda unos segundos en reaccionar hasta que se da cuenta que lo que hay frente a ella es una silueta humana, la de su hija, está frente a ella inmóvil, mirándola fijamente.

- ¿Qué sucede cariño? – susurra para evitar que se despierte su marido, aunque por el sonido de los ronquidos parece algo improbable.

Aichane no dice nada. Bordea la cama por los pies y se sitúa delante de su padre. Ainhoa la observa con cara de incredibilidad. Aichane eleva los brazos lentamente, da la sensación de que se encuentra en trance, como si estuviera sonámbula. En cada mano porta un cuchillo y comienza a acuchillar el cuerpo dormido de su padre, con mucha rabia, como quien golpea un cojín, algo que Aichane había practicado tantas veces con sus muñecas en su habitación. El cuerpo de Gorka parece el de un muñeco de trapo en manos de su hija, sus brazos se agitan al aire sin control. La escena no dura más de diez segundos aunque a Ainhoa, desde su lado de la cama, se le hace eterna, como si durase horas. El cuerpo de Gorka queda inerte sobre la cama, su brazo derecho cuelga hacia afuera, por él empieza a correr un hilo de sangre que baja por el bíceps, pasa por el antebrazo llega a la mano y surca el dedo corazón empezando a gotear. Primero gota a gota, luego con mayor fluidez hasta formar una pequeña cascada de sangre formando un charco, que se extiende como células cancerígenas por todo el suelo.

Ainhoa, cuando consigue reaccionar, se levanta de la cama, la bordea y se dirige donde su hija, que permanece quieta, exhausta, frente a la cama. Ainhoa la abraza fuertemente, su hija no le devuelve el abrazo, solamente deja caer los cuchillos al suelo, su cara pálida ya no refleja la inocencia de una niña de su edad, la ira de su mirada se va apagando paulatinamente.

- No te preocupes cariño – susurra Ainhoa – Tu madre ya se encarga de todo.

Coge a la niña de la mano y se la lleva al cuarto de baño, donde le quita el pijama salpicado por la sangre de su padre. La sienta en la bañera, abre el grifo y enjabona cariñosamente con una esponja a su hija para borrar de su piel las huellas del delito. Cuando lo consigue, coge una toalla y la seca. La lleva a su habitación, le pone un pijama limpio y la mete en la cama. Aichane se deja hacer, parece hipnotizada, su mente permanece en estado de trance, de shock.

- Quédate aquí – le dice su madre – y pase lo que pase no salgas.

Ainhoa abandona la habitación de su hija, cerrando la puerta a su paso. Vuelve al baño de su dormitorio, coge el pijama ensangrentado de su hija y baja las escaleras con él. Se dirige a la cocina. En la cocina hay una puerta que lleva a una habitación a la que denominan el cuarto de la ropa, ya que en ella está la lavadora, la secadora, la tabla de planchar y un tendal. Ainhoa mete el pijama de su hija en la lavadora y la pone en funcionamiento. Se sienta frente a ella, llorando, muy nerviosa, coge una cajetilla de tabaco que hay sobre la secadora y enciende un cigarrillo para intentar calmar los nervios. Espera a que acabe la lavadora, saca el pijama y lo coloca en el tendal en medio de la ropa de la anterior colocada, permaneciendo en un discreto segundo plano.
Vuelve a subir a la habitación, coge los cuchillos y elimina cualquier indicio que pueda culpar a su hija de lo sucedido, limpiándolos con el camisón. Una vez limpios los coge por la empuñadura y aprieta fuertemente, asegurándose de que las huellas que se encuentren sean las suyas. Se agacha, embadurna sus manos con la sangre del suelo y se las pasa por todo el cuerpo. Antes de abandonar la habitación echa un último vistazo a todo: postrado sobre la cama su marido totalmente teñido de rojo, salpicaduras de sangre por la pared y un pequeño charco rojizo en el suelo. Baja las escaleras de nuevo dirigiéndose a la entrada y se coloca frente al teléfono. Inspira muy hondo y expira lentamente, repite la operación un par de vez más. Ya más calmada coge el teléfono y marca: 0 9 1.

- Policía. ¿En qué puedo servirle? – Se oye del otro lado del auricular.

- M…me llamo Ainhoa Etxegaray y acabo de matar a mi marido Gorka Garmendia. El Juez Garmendia – contesta Ainhoa con la voz rota, sin poder evitar las lágrimas.

- No se mueva de ahí señora. Enseguida mandamos una patrulla.

Cuelga el teléfono, se dirige a la puerta de la entrada y la deja entreabierta. Desorientada mira a su alrededor y decide sentarse en los primeros escalones de la escalera. Ahora toca esperar.

La policía no tarda mucho en personarse en la casa, algo muy normal cuando la víctima es una persona de tan importante peso en la sociedad. Entran en la casa, mientras uno de ellos le pone las esposas a la mujer dos más suben al piso para investigar la situación. Mientras, fuera de la casa, periodistas, vecinos y algún que otro cotilla se agolpan tras el cordón policial. Lo allí sucedido es algo tan inusual que nadie quiere perder la oportunidad de decir “Yo estuve allí”.

Unos minutos más tarde la policía saca esposada a Ainhoa, que es recibida entre insultos y gritos de asesina, y la meten en un coche patrulla. Tras ellos una agente social abandona la casa con Aichane, su rostro va cubierto para evitar ser la portada del morbo de todos los medios de comunicación. Una vez que la policía abandona la casa y sus alrededores un periodista aprovecha para entrevistar a Doña María, una señora de unos sesenta años vecina de los Garmendia:

- ¿Qué cree que ha sucedido aquí está noche?

- Era algo que se veía venir – contesta la señora.

- ¿Qué quiere decir? – vuelve a preguntar el periodista.

- Esa señora es una fresca – responde indignada Doña María - En el barrio se comenta que estaba liada con un médico del lugar ese donde trabaja.

- ¿La Cruz Roja? – Interrumpe el periodista.

- Sí, eso. Su marido debió descubrirlos y ella se lo quitó del medio. Era un gran hombre – continua diciendo con los ojos llorosos – No se merecía esto. Lo daba todo por esta comunidad y además se desvivía por ella, y así se lo paga. ¡¡Ojalá se pudra en la cárcel!!

- Gracias señora.

“De lo que ves créete la mitad, de lo que no ves no te creas nada” – Doble V

martes, 18 de noviembre de 2008

Asesino

Son las 5 de la mañana y Asesino no para de ladrar. Está fuera, en el jardín, como todas las noches, atado a una cadena que le permite, como mucho, alejarse unos 2 metros de su caseta. Mientras, en el segundo piso de la casa, Luis intenta dormir, pero no puede, los ladridos no le dejan, no para de dar vueltas en el poco espacio que su mujer, Angy, le deja en la cama. Cansado ya de los ladridos del perro y producto de la ansiedad que ello le produce se levanta de la cama.

- Todas la noches igual – murmura – Estoy hasta los huevos de ese puto perro. Un día de estos lo voy a coger, me lo voy llevar al puto río y voy meter su asquerosa cabeza en él para que de una puta vez para de ladrar.

Luis se calza las zapatillas, se pone la bata y sale de la habitación. Baja por las escaleras, al llegar al fondo tuerce a la izquierda y entra en la cocina, va arrastrando los pies, como si le pesaran, en su cara, a parte de las ojeras, sus ojos delatan la ira que corre por su cuerpo. A la derecha hay una puerta, la abre, se trata de la despensa, observa durante unos segundos hasta encontrar lo que busca. Coge la escoba, la desmonta quedándose con el palo en la mano y tirando el resto dentro de la despensa. Sale de la cocina hasta la entrada de atrás, la que da al jardín. Baja un par de escalones y se acerca al perro.

- ¡¡Yo te voy a enseñar a no ladrar!! – grita mientras golpea una y otra vez con el palo sobre el lomo de Asesino – ¡¡Vas a aprender a obedecer!!

Asesino poco a poco se va encogiendo, entre gemidos, intentando protegerse de los golpes. Por su lomo empieza a brotar sangre, alguna proveniente de viejas heridas aún si cicatrices, y otra de nuevas heridas que se abren. Cuando el dolor empieza a ser insoportable Asesino intenta refugiarse en su caseta, por el camino ve como el palo sobrevuela su cabeza, lanzado con más rabia que acierto por Luis. Una vez dentro, bajo la protección que la caseta le puede brindar, se agazapa al fondo, tembloroso, dolorido, asustado.

- ¡¡Eso te enseñará a no ladrar por la noche maldito chucho!! – volvió a gritar Luis mientras camina de regreso a la casa.

Cristian , desde la habitación de su cuarto, observa toda la escena sin poder contener el llanto. Se dirige a la puerta de la habitación , la entreabre un poco, lo suficiente para poder observar lo que sucede fuera de ella, y espera a que su padre regrese a su habitación. Sale, a hurtadillas, procurando no hacer ruido y baja las escaleras, se dirige a la cocina y busca entre los cajones unos trapos y una navaja, que guarda en el bolsillo. Sale al jardín, se acerca a la caseta del perro y se mete dentro. Asesino está tumbado, semimuerto, levanta la cabeza para observar quién entra en su refugio y la vuelve posar. Cristian se acerca a él y comienza a limpiarle las heridas con mucho cuidado, mientras lo hace no puede evitar llorar, sus lágrimas son una mezcla de dolor, pena y rabia. Asesino no puede evitar quejarse cada vez el trapo roza su maltrecha piel.

El sonido de los alaridos del perro envuelven la habitación donde descansa el matrimonio. Luis se vuelve a levantar, está muy excitado, Angy intenta detenerlo, pero éste se deshace de ella de un empujón , lanzándola contra la cama. Sale de la habitación y cierra la puerta de un portazo. Baja las escaleras, lleva los ojos inyectados en sangre, llenos de rabia. Camina con paso firme, ésta vez no arrastra los pies. Sale fuera, se acerca a la caseta, se agacha, engancha a Cristián por la camiseta del pijama y lo arroja fuera. Cristián se levanta e intenta apartar a su padre de la caseta, pero ¿qué posibilidades tiene un niño de diez años ante un hombre que pesa casi cien kilos?. De una bofetada Luis vuelve a apartar al niño de su lado, coge la cadena del perro y lo arrastra también fuera de la caseta. Asesino no tiene fuerzas para ponerse en pie, para defenderse, pero eso parece no importar a su dueño y empieza a propinarle patadas en el vientre.

Cristián se vuelve a poner en pie, coge la navaja que tiene guardada en el bolsillo, se acerca a su padre, salta sobre su espalda y le pasa la navaja por el cuello, con mucha rabia, con un movimiento de izquierda a derecha, empezando en la nuez y acabando a la altura de la yugular. La sangre no tarda mucho en empezar a brotar por el corte, resbalando por el cuello y fundiéndose con la camiseta de algodón. No tarda más de dos o tres segundos en caer fulminado. Su cabeza reposa a escasos centímetros del cuerpo de Asesino.

Angy observa toda la escena desde la puerta de la casa, aterrorizada corre hacia el salón, por el camino tropieza con una pequeña mesita, tirando todo lo que hay sobre ella al suelo. A trompicones consigue llegar al teléfono, y todavía sin saber cómo logra marcar el número de la policía. Entre balbuceos, sollozas y palabras incoherentes consigue explicarles que su marido está muerto en el jardín de la casa, y les da la dirección. Cuelga el teléfono, se lleva la mano a la boca e intenta pensar cómo explicar a la policía lo allí sucedido, pero su mente está demasiado turbada para encontrar una respuesta.

Sólo han pasado dos minutos y ya se oyen sirenas al fondo de la calle. Cristián permanece de pie, inmóvil, frente al cadáver de su padre. Angy se acerca a él, le quita la navaja de la mano y la arroja lejos, todavía no sabe qué decir cuando lleguen, pero de momento es lo único que se le ha ocurrido. Asesino, medio muerto, observa la escena y enseguida se da cuenta de cuál es su papel en esta historia. Se arrastra como puede, sacando fuerzas de Dios sabe dónde, hasta colocar su cabeza al lado del cuello sin vida de su amo. Alza la vista y observa a Cristián, en sus ojos hay un brillo especial, acto seguido vuelve a bajar la cabeza y empieza a morder el cuello de Luis. Sus mordiscos son profundos, hasta tal punto, que en cuestión de segundos cualquier indicio de que el cuello de ese hombre había sido cortado con una cuchillo desaparece.

Carlos abre de una patada la puerta principal, atraviesa el vestíbulo y llega hasta la puerta que da al jardín. Aparta a una mujer que le bloquea la salida metiéndola dentro de la casa, enseguida deduce , por lo nerviosa que está, que se trata de la misma mujer que les avisó. Sale al jardín, lo primero que ve es un niño, está de pie, temblando, cerca de él un perro mordiendo el cuello de una persona tumbada, seguramente ya sin vida. No lo duda, desenfunda la pistola y de dos tiros certeros mata al cánido, que ahora yace al lado del otro cadáver. Carlos se queda sorprendido, atónito al observar que el niño corre envuelto en lágrimas, gritando desconsolado a abrazarse al perro. No entiende nada de lo que sucede. Ese perro acaba de matar a su padre y siente lástima por él. No lo entiende…

Bien… Si existe un Dios, si realmente existe el cielo, el paraíso, no lo dudéis, a Asesino le espera un lugar privilegiado allí.

Cristian no sabe cómo, ni dónde ni cuándo volverá a encontrarse con Asesino, pero sí sabe que lo hará, que volverá a jugar con él cómo en los tiempos de antaño, porque Cristian cree que la amistad es para siempre, eterna, y Asesino era,…, es su amigo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Feliz Navidad?

Son las 20:17, es Nochevieja. Diego sale del casino, observa a su alrededor, era de día cuando entró y ya es de noche. La niebla se empieza poco a poco a apoderar de la ciudad, él permanece inmóvil en la puerta, observando, la calle está prácticamente desierta y hace un frío horrible. Se lleva las manos a la altura boca echa su aliento sobre ellas y las frota.

- Dios, que frío – susurra mientras alza el cuello de su gabardina. Refugia las manos en los bolsillos en un vano intento de mantenerlas calientes, se encoge de hombros y se echa a andar.

Camina lento, con la cabeza mirando hacia el suelo, lleva tantos años viviendo en ese barrio que podría hacer el camino con los ojos cerrados, si le preguntaran sería capaz de decir cuántos chicles hay pegados en los adoquines de la acera desde el casino hasta su casa. De repente se detiene, alza la vista y la gira a su izquierda, se encuentra delante una pequeña juguetería. Es curioso, tantos años pasando por delante de ella y nunca se había fijado. Observa el escaparate, es un escaparate pequeño, de unos dos metros de ancho, lo que más le llama la atención es la granja de playmobil (porque ocupa prácticamente todo el escaparate) pero sin embargo su vista se paró en un juguete situado justo detrás de la granja, a la derecha del escaparate, era el Coche Volvo Happy Family de Barbie, el juguete que tenía que haberle comprado a su hija esa noche, que hubiera comprado si no fuese por ese fatídico 35 negro. Ese número lleva toda la noche persiguiéndole, ¿Cómo pudo ocurrir?, lo tenía todo calculado, 35 negro ese era el número, las estadísticas estaban a su favor, 35 negro, sin embargo …. 21 rojo.

Alzó un poco más la vista y observó dentro de la juguetería, en el interior un hombre trataba de decir entre dos juguetes “Seguramente el dependiente estará intentando que compré el más caro” pensó. Volvió bajar la vista hasta el coche, apoyó la mano derecha en el cristal del escaparate y acercó más la cara hasta que el vaho le impidió ver con nitidez los juguetes. Apartó la mano la guardó en el bolsillo y siguió caminando. Continuó hasta llegar al semáforo. Estaba en rojo.

- Buff – murmuró – Con la suerte que estoy teniendo esta noche, seguro que si cruzo me atropella algún coche, y eso que no ví ninguno desde que salí del casino. El lado bueno es que así le puedo decir a Lorena que me atropellaron y me robaron el juguete de la niña… Joder!! Este frio me está volviendo tonto, hasta hablo sólo.

El semáforo se puso en verde, Diego cruzó, continuó caminando despacio. Normalmente el frío hace que la gente camine más deprisa pero en su caso era todo lo contrario, como si no quisiese llegar a su destino, como si tuvieses miedo a afrontar la realidad, y hasta cierto punto era normal, cualquiera en su lugar tendría miedo, como le explicas a tu mujer que perdiste todo el dinero en el casino, que éstas navidades, al igual que las anteriores, no habría regalos, y lo que es peor, como se lo explicas a una niña de 8 años, ¿Cómo?

Diego continua caminando despacio, parece no temer al frío, si no fuese porque lleva la nariz roja se diría que no lo tiene, bueno, la nariz roja y esa gota que resbala por su nariz y que él se empeña en que no le abandone tirando por ella cada tres o cuatro pasos.

Se vuelve a detener, esta vez está en medio de un puente, se acerca a la barandilla y observa. A unos 15 metros bajo sus pies el río está congelando, lo cual es normal dada la temperatura que hay en la calle. Sobre él unos niños intentan mantener el equilibrio, se les ve tan felices que Diego no puede evitar volver a reírse.

Diego lleva varios minutos inmóvil, con la mirada perdida en el río congelado, sus manos agarradas a una fría barandilla, aunque eso no parece importarle. De repente, alza la pierna derecha por encima de la barandilla, a continuación pasa la otra, se encuentra en el borde del puente, parece que sus manos son las únicas que quieren que no caiga al vacío. Sus ojos empapados en lágrimas muestran el sufrimiento que lleva en su interior.

- Lorena, te mereces a alguien mejor – piensa para sí mismo Diego – No soy tonto, sé que tengo problemas con el juego y que no hago nada para evitarlo. Estarás mejor sin mí, no quiero hacerte sufrir más.

Diego cierra los ojos mientras se inclina hacia delante, el frío viento golpea en su cara, sus manos amoratadas por el frío se empiezan a soltar de la barandilla, poco a poco, como con dudas, sus dedos poco a poco se van resbalando hasta que …… vuelve a agarrarse fuertemente a la barandilla, abre los ojos y grita:

- Nooo, no lo voy a hacer!!!! Puedo cambiar!!! Voy a cambiar!!!!

Mira hacia abajo y ve que todos los niños que antes estaban jugando tan felices ahora están mirando hacia él, estupefactos, asombrados, con cara de no saber si lo que estaba pasando era algún tipo de broma. Diego lanza una carcajada sonora al viento y de un salto pasa al otro lado de la barandilla. Se echa a caminar deprisa, casi corriendo, ahora sí parece que tiene algún motivo para llegar a casa, la expresión de su rostro ha cambiado, ¡¡ni que hubiera salido el 35 negro!!, parece que se había producido uno de esos milagros tan típicos de la época.

Llega a la puerta del portal, sus manos, todavía amoratadas, no aciertan con la cerradura, las acerca a la boca, un poco de aliento y listas para abrir la puerta. Cruza el portal y llega hasta el ascensor, está en el 5º, está tan ansioso que no espera y va por las escaleras, sube los escalones de dos en dos hasta llegar al 2º. Está acalorado así que desabrocha la gabardina, mete la llave en la cerradura y abre la puerta. Retira la llave, y entra. Cierra la puerta y se da la vuelta.

- Ahhhh – grita – Joder que susto me has dado Lorena.

Lorena está de pie, mirando hacia él, con las manos detrás de la espalda , los labios apretados y la mirada fulminante.

- Traes el juguete de la niña – dice con tono serio.

- No – dice Diego – pero deja que te explique.

Lorena retira la mano derecha de detrás de la espalda. Diego observa que con esa mano sujeta firmemente una pistola. Lorena alza el brazo, lo alarga paralelo al suelo, cierra los ojos y retumban cuatro disparos en todo el edificio. Lorena vuelve a abrir los ojos, Diego está frente a ella, apoyado contra puerta, la expresión de su cara es una mezcla entre miedo e incredibilidad, por la comisura de su labio empieza a brotar un hilo de sangre, su jersey a teñirse de rojo mientras su cuerpo va resbalando poco a poco por la puerta hasta acabar sentado en el suelo, con los ojos abiertos, sin vida,. Lorena se gira y ve al fondo del pasillo dos siluetas, la de una niña que agarra del brazo a una mujer. La niña tira del brazo de la mujer hacia abajo y le pregunta

- Tía Ángela, ¿qué le ha hecho mamá a papá?

- Lo ha curado cariño – dice la mujer – lo ha curado.

El brazo que antes sujetaba con fuerza la pistola ahora está tembloroso. Lorena permanece pálida, su cabeza estaba empezando a reflexionar sobre lo que había hecho. Alza la vista, mira a su hermana

- Cuida de Olga – le dice mientras levanta la pistola y la coloca en su sien derecha.

Ángela aprieta a la niña contra su barriga y protege su cabeza con las dos manos, evitando que pueda oír y ver nada, sabe que lo que va ocurrir esa noche la marcará para siempre.

- No lo hagas – solloza Ángela

Vuelve a retumbar otro disparo en el pasillo. En la entrada, a la izquierda de Lorena, sobre la pared, aparece una mancha de sangre, mientras, su cuerpo cae al suelo sin vida, al lado del de su marido.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Oluap

23 de Octubre, sobre la ciudad está cayendo la peor tormenta eléctrica que se recuerda en los últimos años. Las calles están oscuras, vacías. Dentro, en la cocina todavía se puede respirar el aroma de la cena. La mesa está recogida, la vajilla espera en el lavavajillas.

En el salón, un cuerpo sin vida, está sentado en el sofá, la cabeza apoyada hacia atrás y en sus ojos se puede observar el miedo que paso en sus últimos segundos de vida. De su cuello ha desaparecido la nuez, como si un animal se la hubiera arrebatado de un mordisco, está todo lleno de sangre, sangre que se extiende por toda la camisa y se difumina por el sofá.

En el pasillo, sobre la pared, la foto de una familia, padre, madre y dos hijos, está salpicada de sangre, al igual que los recuerdos que decoran sobre una mesita. En el suelo, el cuerpo de una mujer descansa boca abajo sobre un lecho de sangre. Uno de sus brazos ha sido arrancado y su cuello también esta mordido. Todo su cuerpo está temblando, su respiración es lenta y muy ronca, su cuerpo lucha por sobrevivir pero la vida se le escapa poco a poco, ha perdido mucha sangre y sus fuerzas se van desvaneciendo. Los temblores cesan, la respiración ya no emite ningún ruido, el vínculo que le unía a este mundo se rompió.

Al lado del cuerpo sin vida de la mujer hay una habitación. Está decorada con dos camas gemelas, encima de cada una, sobre la cabecera, dos nombres, Álex y Lucía. Una mesita separa ambas camas, sobre ella una lámpara de Winnie the Pooh. Un armario de color azul cielo haciendo juego con el resto del mobiliario de la habitación, y al fondo una ventana con cortinas de hadas. Las paredes empapeladas con personajes de Disney. En una de las paredes hay una mancha de sangre, gruesa, de unos 40 cm de diámetro. Tiene forma de champiñón, cuyo tallo se desliza hacia el suelo muriendo sobre un cuerpo. Es el cuerpo de una niña, no tendrás más de 3 años. Está sentada, apoyada sobre la pared, su cabeza caída hacia un lado, sus ojos, sin vida, bañados en lágrimas y su cuerpo está abrazado fuertemente a un brazo, un brazo sin dueño.

Enfrente de la habitación de los niños esta el baño. No es muy grande, decorado en blanco con el típico mobiliario Roca. Según se entra a mano derecha está el lavamanos, enfrente el wáter y al fondo la bañera. Está llena, el agua está teñida de rojo y en el fondo se puede observar la silueta de un niño.

Al fondo del pasillo se encuentra la habitación principal. El mobiliario y la decoración son de estilo oriental, las paredes están pintadas de un color difícil de de distinguir, entre verde y rojizo. Oluap está de pie, inmóvil, observando por la ventana, como si estuviera esperando algo, o a alguien. Se aleja de la ventana y se dirige al escritorio que hay a los pies de la cama. Se sienta, coge papel y bolígrafo y escribe:

<< Me llamo Oluap y soy un vampiro. Mi tiempo se acaba y escribo esto para dejar constancia de nuestra existencia. Se han escrito muchas cosas sobre nosotros, algunas ciertas y muchas otras no. Sois nuestro alimento, nos alimentamos de vuestra sangre. No somos hijos del diablo, no, somos humanos, o casi. Nuestra existencia se debe a una combinación de malformaciones genéticas. No nos podéis matar con ajo, no nos convertimos en murciélagos ni dormimos en ataúdes. No somos inmortales pero envejecemos mucho más despacio que cualquiera de vosotros. El Sol no nos afecta, de hecho a mí me encanta tomarlo en la playa con mis hijos. Sí, es verdad, tenemos colmillos y somos excepcionalmente fuertes. Vivimos en la clandestinidad y somos más de lo que os pensáis, es posible que cualquiera de vuestros vecinos sea uno de nosotros. La mayoría de los casos de violencia doméstica de la que tanto se habla ahora no es tal, simplemente se trata de un vampiro alimentándose.

Hijos, algún día sabréis la verdad sobre vuestro padre y entenderéis porque hizo lo que voy hacer. Espero que podáis perdonar a vuestro padre.

Cariño, lo siento. Nunca pude reunir el valor suficiente para contártelo. Lo siento, naci así, esto es algo que yo no elegí. Soy consciente de que existen otras alternativas para alimentarme pero escogí el camino fácil. Soy un asesino, un asesino y pagaré por ello mandando mi alma al infierno, lo sé. Lo siento. Cuida de nuestros hijos y reza porque ellos no hereden esta maldición. Yo lo hago todas las noches. Adiós. >>

Suena el timbre. Oluap se dirige lentamente a abrir. Sale de la habitación, pasa por encima del cadáver de la mujer, atraviesa el salón y llega a la entrada. Está inquieto, preocupado quizás. Es la primera vez en su vida que siente miedo, ahora comprende cómo se sienten sus víctimas. Su fin se acerca y lo sabe. Abre la puerta, del otro lado cuatro individuos. Visten totalmente de negro, portan gabardinas largas, jersey de cuello subido y pantalones de cuero.

- Adelante –dice Olupa – Pasemos a la habitación principal.

Entran sin mediar palabra. De camino a la habitación observar todo lo que les rodea. Sus caras son inexpresivas, como si no fuera la primera vez que ven una masacre como la ocurrida en esa casa. Llegan a la habitación, Oluap se vuelve hacia ellos y dice:

- Os he llamado porque no puedo vivir más así. Los fantasmas de mis víctimas me atormentan. Tengo que poner fin a esto, y vosotros sois los únicos que podéis. Sé que lleváis tiempo intentando cazarme y aquí me tenéis.

- Túmbate en la cama – dice uno de ellos con rostro gélido.

Oluap se tumba. Dos de los cazadores sacan unas cadenas que llevaban ocultas bajo la gabardina. Lo atan fuertemente a la cama. Mientras otro de ellos observa la habitación. Ve la carta que escribió Oluap. La coge. La lee. Saca un mechero del bolsillo izquierdo del pantalón y la quema. Oluap se pone nervioso, se enfada, intenta soltarse de las cadenas pero su esfuerzo es inútil.

- Has destruido muchas vidas y has de pagar por ello – dice un cazador con tono de predicador – Ahora pondremos fin a tu existencia.

- Para eso os he llamado – replica Oluap – Acabemos cuanto antes.

- No tengas prisa – continua diciendo el cazador – Tu fin ya llegó. Ahora morirás y tu alma arderá en el infierno. Luego iremos a tu casa y acabaremos con tu desdendencia.

- ¿Queee? - Grita Oluap mientras intenta soltarse de las cadenas – Ese no era el trato. Dejad a mi familia al margen. Ellos no saben nada de esto

- No podemos. Es posible que alguno de tus hijos haya heredado tu maldición y no podemos arriesgarnos. Han de morir.

Olupa intenta soltarse de las cadenas. Sus muñecas empiezan a sangran debido al esfuerzo por soltarse, sus tobillos también pero el esfuerzo está siendo inútil, las cadenas son muy gruesos y ni su fuerza sobrehumana es capaz de romperlas. Desesperado grita:

- Noooo. No podeis hacerme esto – solloza – mis hijos son inocentes. No po.. por favor dejadlos al margen.

- ¿Dónde está tu dignidad?- dice el predicador – Mírate ahí, llorando como una de tus víctimas. Eres patético - Continua diciendo mientras saca una catana de debajo de la gabardina – Ha llegado tu hora

Los esfuerzos de Oluap por soltarse son en vano. Por su cuerpo recorre una extraña sensación, es como una mezcla de rabia, miedo e impotencia.

El predicador desenvaina la catana, la alza al aire, y ….